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Mostrando entradas de 2010

El poeta de la “roña criolla”

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Era zorro, cordial, amargo, se sentía golpeado, se definía a veces como “provinciano resentido”, y lograba que nadie supiese su edad, al punto que el único editor comercial que tuvo en vida señala en su página web que Ricardo Isidoro Zelarayán había nacido en 1940. También era coqueto, es cierto, pero no hubiese llegado a quitarse 18 años. Había nacido en 1922, el 21 de octubre, y casi todas las páginas web que hicieron crecer el mito que buscó empeñosamente crear consignan que era de Paraná, pero que se llamaba a sí mismo “tucumano-salteño” por adopción. A quien esto escribe, le dijo también, en este diario, que era santiagueño. Con la oposición capital-interior hacía su caballito de batalla. Pueden imaginar su risa gruesa, su voz ronca, cuando decía “los porteños creen que todos los del interior somos del campo”. De gauchos, paisajismo y regionalismo hablaba casi tan mal como del tango y el populismo porteño: todo impostación. Ricardo Zelarayán, autor de cinco breves libros, dos d

Pasolini: crítica y religión

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Una percepción sagrada del mundo humano le permitió a Pier Paolo Pasolini convertirse en el crítico más insaciable de las instituciones de su tiempo en Italia, básicamente el Partido Comunista y la Iglesia Católica. Por sobre ellos, vio lo que llamó "el más represivo de los totalitarismos", la sociedad de consumo, una cultura unificadora universal. Esta visión crítica, de la que se nutre su poesía, tenía en cuenta sin embargo un impacto en las raíces emocionales, en la percepción de un mundo atávico e irracional, el mundo del mito, redefinido por Cesare Pavese en la década de los años treinta del siglo pasado. Sin esta base, la poesía urgente de Pasolini acaso no hubiese perdurado. Y de hecho, toda la polémica que hizo pivote sobre su obra literaria, no hubiese tenido sentido, puesto que lo que se puso en cuestión fue precisamente una especie de obsesión en el universo no histórico, que perduraba en el subproletariado, ni institucional ni clasista. Pasolini murió asesinado

Si esta es la hora, no está por venir

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El poeta y crítico norteamericano Erza Pound, un decidido enemigo de lo que él llamaba la fioritura, y cuyo canon literario incluía la poesía latina y provenzal y excluía notoriamente la literatura isabelina y a los románticos, anotó al paso que William Shakespeare estaba "fuera de la discusión". En otros ensayos, se refiere a él como "el autor de Hamlet ". Que Pound, casi un fascista (lo fue políticamente) en la defensa de un idioma literario "pegado al hueso" no incluyera en su crítica lúcida y salvaje del isabelismo a Shakespeare, y que Shakespeare fuera para él "el autor de Hamlet " da una idea del peso específico del lenguaje del Bardo y permite una inferencia: si hay algo en el barroquismo de Shakespeare que consigue la indulgencia de Pound, eso se concentra en Hamlet . Hamlet es precisamente un personaje construido con muchas palabras. Específicamente, con sus propias palabras. De los alrededor de 4000 versos de la obra que lleva su no

Robin Hood y el arte del tiro con arco

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Los arqueros han sido la tropa de elite de Inglaterra en la Edad Media. En 1415, unos miles de ellos decidieron la batalla de Agincourt, combatiendo en terreno anegadizo contra un ejército de caballería e infantería pesadas de 25.000 franceses. La batalla parecía a tal punto perdida de antemano para los ingleses, que la arenga de Enrique V, que hiciera famosa la obra homónima de Shakespeare, apelaba más a la decisión de morir con honor que a la posibilidad de triunfar merced al coraje. Pero seis mil arqueros se cobraron casi dos franceses por barba, y perdieron apenas un centenar de hombres, entre ellos los impúberes criados de tropa que, en un gesto miserable, una avanzadilla francesa logró masacrar tras las líneas inglesas. La batalla convirtió en héroe a un monarca que parecía más bien un tilingo, y por el que los ingleses no hubiesen dado un centavo. Aquel combate, de resultado poco menos que increíble, fue protagonizado por un antiguo instrumento de guerra, que de inmediato no

Las razones de Virgilio

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H ay muchos episodios de amistad entrañable y de amistad trágica en toda la historia de la literatura –casi se diría que sin una amistad ningún relato es posible-, pero el más trágico, por ser el primero, es el de la amistad de Patroclo y Aquiles. Quebrada por la muerte, le permite a Homero echar a andar la máquina de la historia y, con ella, la de la literatura de occidente, sin más.  Como se recordará, la Ilíada se propone cantar -es esto lo que el poeta pide a la musa en el primer verso- “la cólera del Pélida Aquiles”. Como se recordará también, la Ilíada comienza in media res : diez años hace que los griegos acosan las murallas de Troya. El poema concluye cuando Aquiles, no saciada del todo su venganza, pero conmovido por la figura del viejo Príamo, pues le recuerda a su padre, le devuelve el cadáver de Héctor.  La historia es detonada por la cólera del héroe. La cólera de Aquiles tiene dos momentos. El primero, cuando está dispuesto a matar a Agamenón, su jefe, pues éste le ha