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Mostrando entradas de junio, 2011

Lo sagrado y lo profano

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A simple vista, exponer la permanencia de lo sagrado en la cultura del melodrama exige un esfuerzo descabellado, que el escritor y crítico cinematográfico Ángel Faretta lleva a cabo, en La pasión manda , con gallardía incomparable y apoyándose en distintas síntesis de lo sagrado o numinoso (de numen: deidad, fuerza o espíritu de los dioses) con la tragedia, con el concepto religioso y romántico de pasión y finalmente con el melodrama y el cine melodramático. El vaivén de su lógica le permite extender incluso la idea de la permanencia de lo sacro al "concepto de cine". Al concepto entero, debe entenderse. La existencia de lo sagrado es de difícil mensura; la demostración de su permanencia en lo que en el siglo pasado se llamaba "cultura de masas" es más ardua; la explicación, finalmente, resulta imposible. Y sin embargo este es el ajedrez conceptual que juega Faretta, con notables tours de force y numerosa insistencia de jaque sobre el objetivo,

Mallarmé y la espada de Quevedo

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Martes 06 de Mayo de 2008. Babel Editora, de Córdoba, reeditó la traducción que en 1943 hizo Agustín Oscar Larrauri de “Un golpe de dados”, de Stéphane Mallarmé (1842-1898), esa “especie de clásico de la modernidad”, según define Eugenia Cabral en este volumen. Alguien que vio el libro sobre mi mesa, me dijo: “Este sí es el fundador de la poesía moderna”. Pensé que el observador había leído este blog y las continuas referencias que contiene a dicho tópico. Como sea, su observación me hizo pensar en la reiteración de la fórmula, y su vaciedad, en primer lugar. Y en segundo lugar puso en cuestión un pensamiento que vagamente siempre he tenido acerca de que Mallarmé fue un desvío de la modernidad de Poe, de Baudelaire, de Rimbaud, hacia un pantano. Quise confirmar mi idea o la del observador y acudí al buen Arnold Hauser, cuya Historia social de la literatura y el arte realiza agudas consideraciones sobre el espíritu de épocas y obras. Hauser habla largamente de Mallarmé en un capít

El encendedor y el alfil / Poesía de autor

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Domingo 17 de Febrero de 2008. Dos jugadores de ajedrez están en las instancias finales de una partida. Uno acaba de quitar su vista de las piezas para frotarse los ojos. Ante esa ligera distracción, el otro mueve digamos un alfil y simultáneamente lo reemplaza por un encendedor de plástico. Cuando el primer jugador repara en el cambio, durante un segundo o dos queda desconcertado. Recompone rápidamente el tablero en su mente y entiende qué pieza ha sido reemplazada por el encendedor. No dice nada y sigue jugando, pues para él, el encendedor es un alfil. De pronto, su oponente mueve el encendedor varias casillas en línea recta, como si fuera una torre o la dama. “Eh”, dice el primer jugador. “Usted ha hecho trampa, movió el alfil como si fuera la torre o la dama”. “De ninguna manera”, dice el otro. “No he movido el alfil, he movido el encendedor”. “Caramba”, responde el primero, “ya me parecía a mí que no debía aceptar este encendedor en el juego”. “Pero lo aceptó”, le responde el ot

Poesía y sexo / El celo de los gatos

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Sábado 01 de Marzo de 2008. ¿Cuánto de sexo hay en tu poesía?, me pregunta inopinadamente un amigo. Balbuceo, comienzo a decirle que así, interrogado de sopetón, respondería que nada, pero que si consideremos la teoría freudiana de la sublimación, entonces vaya a saber cuánto, seguramente mucho. Se ríe de buena gana y me dice que me quede con la primera respuesta, que la sublimación no está probada, y que, además, el sexo es sólo sexo, un tema pobre para le poesía y la literatura en general. Añade: "¿Por qué convertir la literatura en afrodisíaco? Puede ser algo más que eso, ¿no?" Le digo bueno bueno no tanto… No está mal que además de otras cosas la literatura haga cosquillas en los genitales… Se vuelve a reír. "El sexo es absoluto, aunque depende de unos centímetros más o menos", dice. "Un amigo gay me confesó que en El Prado quedó extasiado con el pene de una escultura clásica, y no podía desviar la vista del relativamente pequeño adminículo. Soñaba con l

Quite el psicoanálisis sus sucias manos...

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Miércoles 02 de Enero de 2008. La noche de Año Nuevo hubo un pequeño jaleo en mi casa en torno a las interpretaciones psicoanalíticas de los famosos heterónomos o heterónimos de Fernando Pessoa (Lisboa, 1888-1935). Creo que así como el Edipo de Sófocles ha ejemplificado el incesto, para el psicoanálisis otros episodios literarios son ejemplares, respecto de la teoría de Freud. Pero Pessoa ha sido un hombre de carne y hueso. No sabemos mucho sobre su salud mental, pero algo sabemos sobre el modo en que concibió sus heterónomos. No hay razón para no creerle, aunque sea él mismo la fuente. Anota Rodolfo Alonso en el prólogo a su antología de Pessoa, publicada en 1972: “Dice Pessoa en su ya famosa ‘Carta sobre la Génesis de los heterónimos’: ‘No podrá decirse que son anónimos o seudónimos, pues en realidad no lo son. La obra seudónima es la del autor en su personalidad, salvo en el nombre con que firma; la heterónima es del autor fuera de su personalidad, es la de una individualidad co

Rimbaud, el inventor de Google

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Viernes 06 de Junio de 2008. Últimamente, la poesía se ha adueñado de la red, un lugar en el que no le cobran por circular, ni tiene la exigencia de vender. No quiero decir con esto que considere a la red superpoblada de poesía, sino que se nota en los blogs de poesía una respiración plena, como de quien se siente a sus anchas en el medio. Al hecho de que resulta menos complicado editar en la red que en papel, se suma, quizá, que el formato poema se ajusta a una cuestión estructural de la lectura on line: la brevedad y el salto. No he conocido a nadie que permanezca por más de diez minutos frente a un texto en la red. Existe un sistema de estadísticas que Google ofrece a sus blogueros (es decir, a los que tienen blogs proporcionados por Google). Esas curvas miden el tiempo de permanencia de los lectores frenta a las páginas y arrojan promedios generales que se miden en un rango que va de menos de diez segundos a más de 600 segundos. De hecho, la estadística no considera en particu

Un ángel y el culo de la diosa

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Viernes 28 de Marzo de 2008. Me detengo en “La Venus del espejo” (1648) de Diego de Velázquez en el fascículo 4 de “Las mujeres más bellas de la pintura”. Es una obra originariamente editada por Rebo International de Hamburgo, y reeditada por la revista Viva de Clarín. Así que no sé a qué editor atribuir la siguiente confusión que me atrevo a decir es reveladora para la poesía entendida como el arte dentro del arte, o como el arte del arte: “Aparece -la Venus- tendida sobre un cobertor azulado, rodeada de un cortinado que le confiere a la recámara un aire de teatralidad, mientras un niño alado, Cupido, sostiene un espejo. Tradicionalmente cargado con un arco y un carcaj con flechas, aquí el pintor español optó por plasmar al ángel desprovisto de esos elementos….” Cupido, como es bien sabido, no es un ángel. Es un dios en la mitología griega arcaica, y un genio o espíritu en la época platónica, y uno de los niños divinos, o niños del Olimpo, como Ganímedes, en épocas posteriores. S

Quevedo lee a Keats

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En los comentarios a estos comentarios, se señaló, me parece que con justicia, que hay una escuela crítica cazadora de novedades y revoluciones en la literatura. Sus integrantes se atropellan por descubrirlas, darles nombre y definir hasta qué punto hacen estallar todo o al menos lo reacomodan de manera inesperada. Noé Jitrik ha indicado una tradición de la ruptura. Y si tal tradición existe, la cátedra a su vez se empeña en ser la metavanguardia que de inmediato señale la metamorfosis del escenario. Abundan las ocasiones en que tales cambios son puestos en el límite: ya la literatura, no solo un modo de concebirla, ha estallado. Es curioso que una de las más radicales vanguardias europeas, el imagismo, inventado por Ezra Pound, se fundara justamente en la idea contraria a la de la metavanguardia: no hay rupturas, hay un desarrollo orgánico del arte de escribir. Un desarrollo hegeliano que tiende a la captura de la literatura absoluta. Ante Pound no se hubiese podido mencion

El surrealismo, Patrimonio de la Humanidad

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Viernes 16 de Enero de 2009 A propósito de la reedición de la antología surrealista de Aldo Pellegrini -suceso mencionado en una entrada anterior-, escribí en la columna Palabras Cruzadas, de Ñ, el 16 de setiembre de 2006: “Si algo debiera resistir todo intento de clasificación y de historización, eso es el surrealismo, un movimiento que ya ha superado los 80 años y que fue, sin embargo, sometido a la más rigurosa especificación, al control ideológico más férreo en vida de su alma mater , el poeta André Breton. La dinámica de purgas y ratificaciones que Breton impuso al surrealismo, lo llevó finalmente a chocar con su propio monstruo; cuando intentó expulsar a Dalí, éste le contestó: 'No podéis expulsarme, el surrealismo soy yo'. Esto era cierto. Dalí se había convertido en una imagen viviente –y popular– del surrealismo. La editorial Argonauta acaba de reeditar la Antología de la poesía surrealista , de Aldo Pellegrini, originariamente publicada en 1961. Pellegrini había