Entradas

Mostrando entradas de febrero, 2017

Oliverio, de la celebración a la náusea

Imagen
En la escuela Albert Le Grand, de Arcueil, Francia, probablemente se recordó durante años el momento en que la trayectoria de un tintero arrojado desde el fondo de un aula buscó la cabeza de un profesor que había llamado antropófagos a los argentinos. El autor del atentado era el estudiante Oliverio Girondo, hijo de un acaudalado comerciante de Buenos Aires y descendiente por vía materna del general [Juan Antonio] Arenales. El viejo duende de altillo que fue Girondo, un poeta de la bella época de Buenos Aires, saluda a menudo desde el fondo de la memoria en esta ciudad. Hoy [24 de enero de 1997] se cumplen 30 años de su muerte. Había nacido en 1891 y animó la bohemia en el momento en que aquella palabra tenía sentido. Al autor de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía lo recuerda un café-concert del centro y lo cita la estereotipada película El lado oscuro del corazón , de Eliseo Subiela. Es poeta celebrado. No era antropófago, pero sí un poco energúmeno, según pudo verse

Infierno y Paraíso de Florencia

Imagen
Es posible que Florencia haya sido el centro de la civilización occidental al menos en dos momentos, y seguramente en uno. Los vestigios del primero, en el que Dante Alighieri fue a la vez uno de los priores de la ciudad y su cabeza comenzaba a concebir el Infierno, no son escasos. La casa que fue de Alighieri, o al menos una parte de las paredes, hoy restauradas y convertidas en sostén de imágenes y textos que reproducen libros y blasones; una cama semejante a la suya en el ático, tal vez. El fabuloso Duomo -la catedral Santa María del Fiore- en mármol blanco, verde, rosa. A media cuadra de la casa de Dante, la iglesia en la que, se dice, tres acontecimientos fundamentales de su vida se produjeron: la primera o segunda vez en que vio a Beatriz Portinari; su casamiento con Gemma Donati; el entierro de Beatriz. Allí, una mendiga nos indica cuál era la tumba de Folco en la que presumiblemente están los restos de su hija Beatrice. Sobre esa tosca lápida una cesta pequeña recoge